El inminente déficit energético, el aumento de la inflación, la interrupción de las cadenas de suministro y las repercusiones de la pandemia son algunos de los retos a los que la Unión Europea (UE) debe hacer frente. A continuación, analizamos algunas de las soluciones que está buscando el bloque.

Subida de los tipos de interés

Tras años de mantener los tipos en mínimos históricos, y en valores negativos desde 2014, el Banco Central Europeo (BCE) abandonó el mes pasado su política de tipos de interés cero. Aumentó el tipo de interés clave de cero a 0,5%, con nuevos incrementos en el futuro.

Es muy dudoso que esto sea suficiente para controlar la inflación del 8,6% en la eurozona, sobre todo porque las principales razones del aumento de los precios escapan al control de la UE. Los precios de la energía han subido por la fuerte demanda tras la pandemia, y también por la guerra rusa contra Ucrania. Las interrupciones en las cadenas de suministro mundiales también están haciendo subir los precios.

Además, el BCE está transitando un camino de obstáculos ante las subidas de los tipos de interés. Según la teoría económica, los precios suelen subir en épocas de bonanza cuando todas las capacidades están sobredimensionadas. Los tipos de interés más altos tienen entonces un efecto amortiguador porque encarecen el crédito y, por tanto, también frenan la actividad económica.

Ahora, sin embargo, la inflación está golpeando a los países de la UE, que están saliendo debilitados de la pandemia y, en algunos casos, con una carga de deuda muy superior. Por lo tanto, debilitar aún más estas economías ya en dificultades con tipos de interés más altos conlleva determinados riesgos.

Una nueva herramienta anticrisis

El fin de la política de tipos de interés cero anuncia el regreso de un espectro que hace 10 años puso a la eurozona al borde del colapso: Las condiciones crediticias tan dispares de los Estados miembros.

Los países se endeudan en los mercados financieros emitiendo bonos del Estado. Cuanto mayor sea la confianza de los inversores en la solvencia de un país, menores serán los tipos de interés que tenga que pagar por su deuda.

Por el contrario, los países con deudas elevadas y economías más débiles son » penalizados » con tipos de interés más elevados. Por ejemplo, hace un año Italia tenía que pagar un 1,21% más de interés que Alemania si quería pedir un préstamo a 10 años. Desde entonces, el diferencial casi se ha duplicado hasta el 2,26%.

Los países muy endeudados, como Italia, podrían tener problemas, dado que el aumento de los costes de los intereses deja a los dirigentes poco margen de maniobra financiera. Durante la crisis económica iniciada en 2010, los agentes del mercado empezaron a especular contra los distintos países, lo que supuso una especie de apuesta por el colapso de la unión monetaria.

El BCE, para evitar que se repita la crisis, ha creado una nueva herramienta antifragmentación. Llamado TPI (Instrumento de Protección de la Transmisión), es un programa de compra de bonos que presta dinero específicamente a aquellos países en los que los mercados tienen particularmente poca confianza.

El inconveniente del nuevo instrumento es que el BCE tiene prohibido participar en la financiación directa de los gobiernos. Esto podría dar lugar a largas disputas en los tribunales sobre los límites del mandato del BCE. La política monetaria común se enfrentará, una vez más, a diferentes exigencias, lo que a su vez podría alimentar las apuestas contra la misma.

Plan energético de emergencia

El aumento de los precios del gas llevó a la Comisión Europea a elaborar su plan energético de emergencia. Dicho plan prevé reducir el consumo de gas en la UE en un 15% durante el próximo invierno.

Si esa cantidad no se reduce de forma voluntaria, la Comisión Europea podría declarar una emergencia a nivel comunitario y obligar a los países miembros a ahorrar. Algunos sectores de la economía podrían entonces recibir menos gas. También se prevén incentivos financieros para las empresas que cambien a otras fuentes de energía.

Sin embargo, el plan de emergencia tiene que ser aprobado por los Estados miembros de la UE antes de que pueda entrar en vigor. En este sentido, España y Portugal ya han manifestado su oposición y han rechazado el plan por considerarlo «insostenible», lo que apunta a una inminente disputa también sobre esta medida.

Apoyo gubernamental a los ciudadanos

Muchos países de la UE han elaborado medidas de ayuda para aliviar la carga de sus ciudadanos ante el aumento de la inflación y los costes de la energía, y para intentar aplacar la frustración de los consumidores. Estas medidas van desde exenciones fiscales hasta descuentos en las facturas de electricidad y transferencias directas de dinero para rescatar a las empresas en dificultades.

El tamaño de estos paquetes de ayuda varía mucho de un país a otro. Lo que todos tienen en común es que suponen una carga para los presupuestos públicos y aumentan la deuda.

Por otra parte, todo ello se suma a las cargas financieras que se han acumulado en la mayoría de los países durante la pandemia de coronavirus. Los mercados financieros siguen de cerca esta evolución, que podría provocar un aumento de los diferenciales.

Fondo de recuperación de la UE

En 2020, la UE creó un fondo de recuperación frente al coronavirus para ayudar a los Estados miembros a asumir la enorme carga financiera provocada por la pandemia.

Con un presupuesto global de 750.000 millones de euros, es el mayor paquete de ayudas de la historia de la UE. Este dinero tiene la finalidad de ayudar a los países a capear el bache económico provocado por la pandemia, al tiempo que permite realizar inversiones para que las economías sean más respetuosas con el clima y la tecnología digital.

Como muchas otras medidas de respuesta a la crisis en la UE, el fondo de reconstrucción origina señales contradictorias. Por un lado, pretende demostrar la unidad y la fuerza de la comunidad de la UE. Es la primera vez que los Estados de la UE toman prestada conjuntamente una deuda que será desembolsada mediante subvenciones a una escala sin precedentes. Por otro lado, los días de agrio debate durante las negociaciones demostraron la magnitud de las diferencias entre los países de la UE.