A mediados de marzo de 2020, los juzgados de todo el mundo comenzaron a cerrar en respuesta a la rápida propagación la COVID-19. En cuestión de días, en muchas instancias se pusieron en marcha métodos alternativos de prestación de servicios judiciales. La adopción de diversas tecnologías, especialmente el vídeo, se aceleró en los sistemas de numerosos países. Como consecuencia de la pandemia se avanzó estrepitosamente en la digitalización de los sistemas procesales introduciendo infraestructura que permitieran la presentación electrónica de solicitudes de concurso y las reuniones de acreedores a distancia, entre otras mejoras para hacer que los procedimientos de insolvencia fueran accesibles por vía electrónica.

Muchos cambios tecnológicos han llegado para quedarse

Al igual que en muchos entornos laborales, es posible que la práctica de los litigios civiles nunca vuelva a la «antigua normalidad». Los tribunales y los abogados se vieron obligados a romper con la tradición e innovar en formas que pueden hacer que los litigios sean más eficientes. Por ejemplo, se confirmó que algunos aspectos de estos no tienen que llevarse a cabo en persona.

Es posible que las conferencias telefónicas y las declaraciones a distancia no se establezcan como norma en el mundo postpandemia, pero sin duda serán mucho más habituales que antes. En una reciente encuesta de Thomson Reuters, el 49% de los jueces y profesionales de los tribunales encuestados consideraban que las audiencias virtuales facilitaban el acceso al sistema judicial. Asimismo, el estudio afirma que, para los casos más complejos, con testigos y abogados en muchos lugares, los litigantes pueden querer recurrir a estas herramientas. El informe también añade que múltiples miembros de jurados preferían ver a los testigos en una pantalla grande que observarlos desde el otro lado de una gran sala.

Las inversiones del poder judicial en respuesta a la pandemia pueden sentar las bases para cambios permanentes. Los tribunales han ampliado el acceso remoto del público a los procedimientos, y han obtenido el equipo y las licencias necesarias para apoyar las plataformas de comunicación a distancia a la vez que han reforzado su infraestructura informática. Cuanto más innoven los tribunales, mayor será el impulso para utilizar la tecnología en todos los niveles del sistema judicial.

En muchos aspectos, estos cambios llegan con retraso, especialmente en el contexto de litigios complejos multidistrito o transfronterizos, ya que podrían reducir significativamente varios de los costes asociados a los mismos. Las empresas con grandes carteras deberán considerar la tecnología a distancia no como una respuesta temporal a una crisis de salud pública, sino como un cambio duradero en su forma de acceder a los tribunales.